A medida que las personas comienzan a envejecer, pueden desarrollarse más desafíos neurológicos. El proceso de envejecimiento puede ir acompañado de cambios en la forma en que nos movemos, oímos, vemos y pensamos. A medida que una persona mayor comienza a experimentar inseguridad debido a problemas de equilibrio y reducción de la visión y la audición, la ansiedad puede aumentar. La energía del cerebro se gasta primero en garantizar la seguridad. Una persona puede optar por restringir las actividades de movimiento para asegurarse de no sentirse insegura ni caerse. Elegir restringir la actividad puede provocar más problemas con el movimiento y los sentidos.